sábado, 25 de abril de 2015

El movimiento (no) educativo y la sociedad.

El pasado miércoles, después de realizar y enseñar nuestros dípticos sobre el movimiento (no) educativo, realizamos un debate en los que una parte de la clase defendía que el movimiento era educativo, y otra parte defendía que el movimiento no era educativo.

Después de realizar este debate, hice mis propias conclusiones:

La primera de ellas: me di cuenta de que la pregunta ¿es el movimiento educativo? Puede resultar similar a una pregunta tan ambigua como… ¿es la vida fácil? Y la mejor respuesta que se puede dar es DEPENDE. Despende de qué vida, de quién la viva, y qué suceda en esa vida, igual que depende de qué movimiento, de quién realice ese movimiento y qué suceda mientras se realice. Por tanto, para mí, debatir sobre este aspecto puede enriquecernos de nuevas ideas y puntos de vista, pero se puede convertir en un debate infinito.

La segunda de ellas: aunque queramos plantear actividades educativas, y sigamos diferentes criterios para conseguirlos (como se muestra en el artículo de Arnold), siempre dependerá a quién va dirigidas y de las experiencias previas de estas personas. En la actividad física se dan situaciones ambiguas de analizar, en las que dependiendo de las personas se puede disfrutar realizándola o bien convertirse en una situación no placentera (y, por tanto, no educativa según Arnold).

La tercera: En clase la primera idea que surgió fue la de los estadios de (sobre todo) fútbol, en los que los espectadores insultan al árbitro, y en donde es habitual ver a jugadores pegándose entre ellos. Ahí, todos coincidimos en que hablamos de que el movimiento no puede llegar a ser educativo, ya que no transmite los valores moralmente aceptables. Otra idea que surgió de un compañero fue que, considerando el deporte en este caso solo a los jugadores, sin contar entrenadores ni espectadores (movimiento “puro”) el movimiento sí es educativo.  En mi cabeza en seguida surgió la imagen del creciente boom del running. Una persona, que nunca en la vida había corrido, se une ahora a la tendencia de salir a correr por la calle…lo que, según la idea anterior sería un movimiento “puro”. ¿Pero no constituye esto una forma de control social? ¿No ha influido de forma total la sociedad en la decisión de empezar a correr? ¿Se puede considerar que esta influencia en la sociedad constituye una estrategia de marketing para crear y vender nuevas marcas de zapatillas, ropa, pulsómetros, etc?.... ¿es, por tanto, educativo? Quizá sea enrevesado pensarslo, pero sin duda puede dar respuesta a si todo movimiento considerado “puro” puede ser educativo.

Por último, otro compañero utilizó el ejemplo de los estadios, para darle la vuelta al argumento, y expuso que, de darse esta situación, si el niño lo ve también puede tener una visión crítica, o bien a alguien que le haga ver que eso no se debe hacer. Por tanto, siendo así, el movimiento sí sería educativo. De aquí, extraigo que dependiendo del proceso de socialización realizado durante la vida, y de las personas que rodean a una persona, el movimiento puede llegar a ser educativo o no. Ante una situación aparentemente no educativa, si se es capaz de ver las cosas buenas y aprender de ellas resultará ser una situación beneficiosa y educativa. Si bien es cierto, que de niño no se puede llegar a ser capaz al 100% de tener esta visión de las cosas, se hará imprescindible el papel de otras personas para poder en un futuro aprender y ser educado en situaciones no ventajosas. En seguida, viene a la mente el papel de las familias, ya que constituye el primer agente socializador que se tiene en la vida. Pero otro agente socializador, el segundo en importancia en edad escolar, es el colegio y dentro de este nosotros como docentes podemos tener un papel importante e influir en que a pesar de que existan situaciones no educativas en la práctica de actividad física, nuestros alumnos puedan sacar ventaja de ellas y “darle la vuelta a la tortilla”.



La última idea la quiero plasmar con el siguiente video (#BecauseOfMom) en el que en el primer minuto, nuestra valoración puede ser que el movimiento no es educativo, ya que los niños sufren en cada caída y cada fallo, pero en el siguiente minuto y gracias al papel de sus madres, consiguen sus objetivos y se puede llegar a la conclusión de que el movimiento sí es educativo.


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