¿Qué me ha parecido mal de escuela?
Si tuviera que comparar mi
opinión sobre el libro con algo, sería con una montaña rusa. Al principio logró
engancharme con sus primeras páginas. Me entusiasmó la historia que contaba el
autor, y me pareció interesante la idea de que contara sus experiencias desde
el punto de vista del zoquete, ya que nunca o casi nunca se tiene en cuenta la
visión de las cosas de este.
Pasadas esas primeras 30-40 páginas, para mí el libro empezó a descender. Me parecían repetitivos algunos temas, y la forma de expresarlos no me resultaba tan clara como lo era al principio. Se metía en lenguajes demasiado enrevesados que te hacía divagar en la lectura, distraerte de lo que realmente quería decir y hacer que no le prestara mucha atención.
Lo bueno, como toda montaña rusa,
es que a pesar de no tener nunca una subida tan grande como la del principio, sí
tiene otras que hacía que me volviera enganchar al libro aunque fuese por pocas
páginas.
Después de “bajarme” de esta
montaña rusa, tengo la sensación de que es un libro que podría haberme aportado
mucho más. Quizá por las expectativas que me hice al leer las primeras páginas,
o todo el bombo que le estamos dando en la asignatura a este libro.
Me quedo con muchos fragmentos
del libro que me han hecho comprender las distintas situaciones desde el punto
de vista de un zoquete, de un profesor que no hace nada por remediarlo, de una
madre desesperada y, sobre todo, del profesor que intenta no pasar la patata
caliente a otros y se enfrenta a cada uno de sus alumnos con el ánimo de
ayudarlos en una cosa u otra.
Recomendaría este libro, como he
dicho, no porque me parezca un libro excepcional, pero sí porque puede aportar
su grano de arena y ayudar a establecer unos principios de procedimiento
propios y claros para nuestro futuro como educadores.
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