lunes, 6 de abril de 2015

Mal de escuela

¿Qué me ha parecido mal de escuela?

Si tuviera que comparar mi opinión sobre el libro con algo, sería con una montaña rusa. Al principio logró engancharme con sus primeras páginas. Me entusiasmó la historia que contaba el autor, y me pareció interesante la idea de que contara sus experiencias desde el punto de vista del zoquete, ya que nunca o casi nunca se tiene en cuenta la visión de las cosas de este.
Pasadas esas primeras 30-40 páginas, para mí el libro empezó a descender. Me parecían repetitivos algunos temas, y la forma de expresarlos no me resultaba tan clara como lo era al principio. Se metía en lenguajes demasiado enrevesados que te hacía divagar en la lectura, distraerte de lo que realmente quería decir y hacer que no le prestara mucha atención.

Lo bueno, como toda montaña rusa, es que a pesar de no tener nunca una subida tan grande como la del principio, sí tiene otras que hacía que me volviera enganchar al libro aunque fuese por pocas páginas.
Después de “bajarme” de esta montaña rusa, tengo la sensación de que es un libro que podría haberme aportado mucho más. Quizá por las expectativas que me hice al leer las primeras páginas, o todo el bombo que le estamos dando en la asignatura a este libro.



Me quedo con muchos fragmentos del libro que me han hecho comprender las distintas situaciones desde el punto de vista de un zoquete, de un profesor que no hace nada por remediarlo, de una madre desesperada y, sobre todo, del profesor que intenta no pasar la patata caliente a otros y se enfrenta a cada uno de sus alumnos con el ánimo de ayudarlos en una cosa u otra.


Recomendaría este libro, como he dicho, no porque me parezca un libro excepcional, pero sí porque puede aportar su grano de arena y ayudar a establecer unos principios de procedimiento propios y claros para nuestro futuro como educadores.


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